Andrés estaba preparando sus equipaje, ya que había desempacado todo lo que llevaba, y al regresar a la maleta algunas de sus prendas no dejó de esbozar esa sonrisa sarcástica que hacía al darse cuenta de su ingenuidad, llegar a pensar que tal vez salían a cenar o comer juntos, como se le había ocurrido algo así, se dispuso a leer algo y después empezar con el trabajo que lo había llevado para ese lugar y así fue concentrándose, no sin que en algunos momentos se distrajera al pensar en Laura, que tienes mujercita pequeña que tanto me atraes...
De repente sonó el teléfono de la habitación, era ella.
Hola guapo, estoy una esquina después de tu hotel, te espero con el auto andando, por favor te subes en la parte posterior, si podrás venir?...
Claro, claro que si, allá voy, solamente tardaré casi nada, esperáme, ya voy...
Pues anda, apúrate por favor...
Se colocó los zapatos nuevamente, se dio una pasada del peine y salió como una exhalación, iba muy emocionado, como tardaba el ascensor...
Era un auto pequeño, color gris, se asomó y era ella con gafas oscuras, le hizo la señal de que subiera aprisa, y así lo hizo.
Por favor, mantente lo menos visible hasta que yo te diga...
El casi se dobló completamente y le preguntó....
Acaso iremos a asaltar algún banco o algo por el estilo?...
Laura se carcajeó pero arrancó de inmediato, tomó por algunas calles y salió de la ciudad, hacia algún sitio que Andrés no conocía...
Si quieres ya puedes pasarte a la parte delantera, no, mejor quédate allá...
Después de algunos minutos de manejo, tal vez unos 45, ella parqueó el auto en un paraje solitario y lejano, nadie pasaba por ahi, dejó el motor en marcha con tal de que el aire acondicionado funcionara, y le dijo, hasme un espacio junto a ti, por favor...
Andrés la miró fijamente a los ojos pero antes de que dijera una palabra Laura se abalanzó a sus brazos y lo besó, nunca antes algo así había pasado en la vida del buen Andrés, al principio se quedó algo pasmado, como congelado, pero no podía dejar de sustraerse a lo agradable que era ese momento y empezó a disfrutarlo y a corresponderle a Laura, la pasión se acrecentó en la medida en que el tono de los besos y caricias subían de color, las palabras susurradas por ella en su oído, soltaba una ansiedad contenida por quien sabe cuanto tiempo, cuanto fuego había en esa hermosa mujer y él estaba ahi, entre sus brazos, acariciando, besando, diciendo una y mil veces más su nombre...
Pasaron algunos minutos, Andrés le propuso calmarse, que en todo caso la invitaba al cuarto del hotel, y ella solamente le contestó que eso no era posible, que allí la conocían muy bien, que tuviera la seguridad de que pronto se verían en algún otro lugar y entonces darían rienda suelta a todo eso que se estaban guardando.
Laura condujo su auto de regreso a la ciudad, lo dejó en la misma esquina de donde partieron y se despidieron.
Andrés regresó a su cuarto, caminaba como entre nubes, que experiencia tan agradable, sin embargo no dejaba de sentirse incompleto, amigo Andrés, claro que estabas incompleto, una gran porción de tu corazón ya se lo habían llevado, ahora le pertenecía a esa mujer que ya no podrías olvidar jamás, Laura.
jueves, 22 de abril de 2010
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