Hoy vuelvo a recordar
la dulce adolescencia
los senderos perdidos
de mi pueblo pequeño.
Vuelvo a sentir las voces
de mis viejos amigos
que se han quedado lejos
en un rincón del tiempo.
Siento en la piel el viento
y el sol de los domingos
cuando nos encontrábamos
a la orilla del río.
Eran las ilusiones como globos etéreos
y una aventura hermosa
la de vivir la vida
pero la vida es puro
inmenso cielo abierto
y hubo de separarnos por distintos caminos.
Les escribo esta carta
desde un lugar cualquiera
que se parece al nuestro
desde un bar que podría
ser nuestro bar de siempre
desde un rincón del alma
Porque quiero que sepan
que siempre están conmigo
en el cordaje tosco de mi pobre guitarra
cabalgando en el viento
de una ciudad cualquiera
que siempre están conmigo
Víctor Heredia
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